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jueves, 2 de octubre de 2008

La mujer perfecta

Nasrudin conversaba con un amigo.
- Entonces, ¿nunca pensaste en casarte?
- Sí, pensé –respondió Nasrudin. –

En mi juventud resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco y conocí a una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.

Continué viajando y fui a Isfahan; allí encontré a una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.

Entonces, resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa y conocedora de la realidad material.

- ¿Y por qué no te casaste con ella?

- ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto…

martes, 30 de septiembre de 2008

Botas viejas

Un estudiante universitario salió un día a dar un paseo con uno de sus profesores, a quien los alumnos consideraban un amigo debido a su bondad para quienes seguían sus instrucciones.
Mientras caminaban, vieron en el camino un par de botas viejas y supusieron que pertenecían a un anciano que trabajaba en el campo de al lado y que estaba a punto de terminar sus labores diarias.

El alumno dijo al profesor:
- Gastémosle una broma; escondamos las botas y ocultémonos detrás de esos arbustos para ver su cara cuando no los encuentre.
- Mi querido amigo -le dijo el profesor-, nunca tenemos que divertirnos a expensas de los pobres. Tú eres rico y puedes darle una alegría a este hombre.


Coloca una moneda en cada zapato y luego nos ocultaremos para ver cómo reacciona cuando las encuentre.
Eso hizo y ambos se ocultaron entre los arbustos cercanos.

El hombre pobre, terminó sus tareas, y cruzó el terreno en busca de sus botas y su abrigo.

Se puso su abrigo y luego deslizó el pie en la bota, pero al sentir algo adentro, se agachó para ver qué era y encontró la moneda. Pasmado, se preguntó qué podía haber pasado. Miró la moneda, le dio vuelta y la volvió a mirar. A continuación, miró a su alrededor, hacia todos lados, pero no se veía a nadie.

La guardó en el bolsillo y se puso la otra bota; su sorpresa fue doble al encontrar la otra moneda.

Sus sentimientos lo sobrecogieron; cayó de rodillas y levantó la vista al cielo pronunciando un ferviente agradecimiento en voz alta, hablando de su esposa enferma y sin ayuda y de sus hijos que no tenían pan y que debido a una mano desconocida, tendrían para cenar.

El estudiante quedó profundamente afectado y se le llenaron los ojos de lágrimas.
- Ahora- dijo el profesor- ¿no estás más complacido que si le hubieras gastado una broma?
El joven respondió:
- Usted me ha enseñado una lección que jamás olvidaré. Ahora entiendo algo que antes no entendía: es mejor dar que recibir.

sábado, 13 de septiembre de 2008

PORQUE VALES MUCHÌSIMO!!!

¿No crees que sería bueno hacer un inventario de los bienes que has recibido para así vivir con mayor alegría y optimismo? ¿Por qué vivir pensando en el 10% de las cosas que nos hacen sufrir, y no recordar el 90% de las cosas que nos sucede bien? En tu cuerpo hay 800 mil millones de células trabajando continuamente y obrando todas en tu favor y en perfecta armonía.

En tu cerebro tienes 13 mil millones de neuronas trabajando tan sabiamente a tu favor, que si las quisieras reemplazar por la computadora más perfecta del mundo, esas maquina, ocuparía el sitio de un edificio de setenta pisos de alto.

Tienes un corazón que es una maravilla de la naturaleza. Bombea hora tras hora, 36 millones de latidos al año, tras año, despierto o dormido, impulsando la sangre a través de 100 kilómetros de venas y arterias, que llevan más de dos millones de litros de sangre al año.

Tus pulmones son los mejores filtros del mundo. A través de 600 millones de alvéolos purifican el aire que reciben y liberan a tu cuerpo de desperdicios dañinos.

En tus ojos, hay 100 millones de receptores que te permiten gozar de la magia de los colores, de la luz, de la simpatía de las personas y de la majestad de la naturaleza. Eres una persona humana, y el ser humano es el único animal que puede hablar, para calmar al abatido, estimular al cobarde y decir te amo.

En tus oídos hay 24 mil millones de filamentos que vibran en el viento, con el reír de los niños, con la suave música de las orquestas, con el trepidar de las aguas espumosas y al escuchar las palabras amables de las personas que estimas.

Tú puedes moverte, no eres un árbol amarrado a una pequeña porción de tierra Puedes pasear, correr, bailar y hacer deportes. Para ello tienes 500 músculos, 200 huesos, 7000 nervios, sincronizados para obedecerte y llevarte donde quiera.

Tu sangre, un formidable tesoro son apenas cuatro litros pero allí hay 22 millones de células sanguíneas, y en cada célula hay más de 10 millones de veces por segundo.

Cada día mueren 2 millones de tus células y son remplazadas por dos millones más, es una resurrección que continua desde el día que naciste. En tu cerebro hay 4 millones de estructuras sensibles de dolor, 500 mil detectores táctiles y 200 mil detectores de temperatura. ..

Ahora pregúntate: ¿Crees que no vale la pena tu vida? lo triste es que dedicamos mucho tiempo pensando en lo que nos hace falta y casi nunca nos detenemos a recordar y agradecer lo muchísimo que poseemos. No solo con respecto a tu cuerpo, aplícalo también a los dones que posees, la familia que te ha tocado, las amistades de las cuales eres dichoso de poseerlas comodidades que disfrutas y hasta las oportunidades que se te han presentado…

¡No veas solo lo que te hace falta, agradece lo que ya tienes! Haz cuentas de tu bienes, y de tus alegrías también no pierdas tiempo haciendo cuentas de tus males.

Colecciona pensamientos alegres y optimistas, y no se te olvide alejar de tu mente esos cuervos asquerosos llamados pensamientos pesimistas y recuerdos tristes y sabes ¿por qué? ¡Porque vales muchísimo!

de la red

martes, 26 de agosto de 2008

PARÁBOLA DEL SILENCIO

"¿Qué aprendes en tu vida de silencio?". Preguntó el caminante a un monje. El monje, que en aquel momento estaba sacando agua de un pozo, le respondió: "Mira al fondo del pozo. ¿Qué ves?". El caminante obedeció la propuesta del solitario, y se asomó curioso al brocal del pozo. Después de observar bien respondió: "Sólo veo un poco de uuagua revuelta".

"Detente un instante en tu camino, hermano caminante, -le dijo el monje- contempla silencioso y sereno el cielo y las montañas que rodean nuestro monasterio, y espera... ".

Tanto el monje como el caminante se entretuvieron contemplando en silencio durante un tiempo, que no se hizo largo, la belleza deslumbrante del entorno. El sol del levante destacaba el perfil de las montañas en el fondo azul intenso del cielo.

"Hermano... vuelve ahora a mirar el pozo y dime: Qué ves?". "Ahora veo mi rostro reflejado en el espejo que me ofrece la serenidad del agua", contestó el caminante.

"Esto es, hermano, lo que yo aprendo en mi vida de silencio. Comencé reconociendo mi rostro reflejado en las aguas remansadas del pozo cada vez que me acercaba para llenar mi cántaro de agua. Después, poco a poco, fui descubriendo lo que hay más abajo de la superficie, hasta llegaba a entrever las pequeñas hierbas que crecen junto a las paredes excavadas al construir el pozo. Y en los días en los que la orientación de la luz del sol me lo permitía, y el agua estaba especialmente cristalina, llegué a ver las piedras del fondo y hasta los restos de un cántaro roto y olvidado que había caído hace años y quedó allí.

Me preguntabas qué aprendía en el silencio. Esta es mi respuesta: quiero descubrir la profundidad de mi alma, el rincón más hondo de mi corazón, y de mi propia vida. Vine al monasterio buscando a Dios, porque sabía que Él me envolvía con su presencia. Y cada vez voy comprobando con más claridad que Dios también está en lo más profundo del pozo, como alma que da sentido y color, luz y vida a todo aquel que se asoma al interior del propio pozo con el deseo de buscarlo".
D/A