viernes, 28 de noviembre de 2008

¿ Fracasaste? Sí, ¿Y qué?...

¿Fracaste? Sí. ¿Y qué?

¿Acaso alguien te dio al nacer un mapa del laberinto como para que no te equivocaras en nada?

Tus fracasos no demuestran impericia para vivir: hasta donde alcanzo a ver, ser un humano es uno de los asuntos más difíciles en este mundo.

Y, encima, ser un humano que intenta construir una vida coherente y digna... más! La mayoría de las veces el fracaso se debe a la ilusión.

"Fracasar" viene de la misma raíz que "fraccionar" = hacerse pedazos!

Si llegaste a la mitad de tu vida y no fracasaste.. . es muy posible que sea porque te has quedado inmóvil, como dentro de una vitrina!

Si viviste con intensidad, es casi seguro que hayas fracasado en más de un aspecto.

¿Quién no? Habiéndolo constatado y, con ello, habiéndote quitado el velo de la ilusión... a juntar tus pedazos (como Osiris) y a construir sobre lo real, con lo real!

¿Duele? Lo sé, porque a mí también!

Y es natural que así sea.

Ni siquiera hay garantías de que no vuelva a sucedernos.

Pero si en tu memoria hay alguna persona mayor valiosa que conozcas o hayas conocido, estoy segura de que lo llegó a ser porque transitó por esa des-ilusión, juntó sus pedazos, y se recicló a sí misma.

"Siempre he sido un imbécil!", "Nunca me doy cuenta de nada", "Sólo a mí me suceden estas cosas!", "Todo el mundo abusó de mí"...

Así es como uno suele tratarse ante la instancia de la des-ilusión: con una crueldad con la que quizás no haya jamás tratado a nadie (propio de la buena gente, que puede llegar a ser malísima consigo misma!)

También en ese caso utilizamos palabras magnificantes: "siempre", "nunca", "nada", "todos"... Cuando en una frase estas palabras tienen peso... es seguro de que expresa una construcción falaz.

Necesitamos revisarla. Ante la des-ilusión puede que también oscilemos entre autoinculparnos y culpar a los demás (nuestros padres, el mundo, la gente, la vida...).

Ni una cosa ni la otra conduce a nada. Nos puede ubicar en mejor lugar tomar conciencia de que nuestra esencia más íntima tiene por imperativo interno evolucionar justamente a partir de superar aquellas condiciones que se lo impiden.

Es una ley inevitable en el devenir de todo lo que crece. Romper el velo de la ilusión es ascender varios escalones en ese proceso.

Si comprendemos lo que nos está sucediendo, y lo inscribimos en el contexto de que no somos los únicos ni los peores, a partir de ese des-engaño, el redireccionamiento de nuestra vida puede ser mucho más que una utopía.

Darnos tiempo, disculparnos la necedad, perdonar a quienes fueron nuestro obstáculo... No es tarea fácil! Y tampoco es una decisión, sino un proceso.

Pero... ¿hay alguna otra cosa mejor para hacer en este mundo? Lo que puedo decirte y decirme es: fuerza! Millones de mujeres y hombres de todos los tiempos han tenido que vivirlo. No estamos solos...§


Lic. Virginia Gawel

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