jueves, 2 de octubre de 2008

SI EL DESALIENTO TE ABATE

Si el desaliento te abate, medita; La serenidad confortará tu espíritu y te hará más sabio para el futuro.

Si la calumnia te muerde no te alteres, pon en la herida un poco de bondad y castiga al culpable, con toda la Ternura de tu corazón.

Si el odio quiere alcanzarte, sonríe y perdona.

Tu amor ha de ser poderoso, TODOPODEROSO!

Si la envidia pretende trabar tus pasos, elévate y vuela sobre ella.

Si la indiferencia te rodea, ten calma; amplía tu espíritu en un anhelo de comprensión, y tu palabra logrará penetrar hasta lo más íntimo de tus hermanos.

Si el dolor se ceba en ti, transfórmalo en luz, en luz de experiencia y tropezarás menos.
Si el silencio, la crítica destructiva y la calumnia resuenan a tu paso... ¡ALÉGRATE. ÉSE ES EL TRIUNFO!
Si construyes algo y ello levanta polvaredas de ataques y envidia... ¡ALÉGRATE. ÉSE ES EL MEJOR TRIUNFO!

La soledad te dará alientos para volver y proseguir tu labor con tranquilidad. Deja que el mal vaya hacia ti. Todo el mal que recibas, es una oportunidad que se te ofrece para que hagas una obra de amor, convirtiéndolo en bien, y mucho mejor cada vez. Así, no guardes rencor al que te perjudique. No la aumentes con la ruin venganza.

No trates de descargar sobre otros tu carga de dolor.
Sonríe siempre ante los demás, aunque sufras.
Haz en lo posible la felicidad de los que te rodean.
Aprovecha toda circunstancia para hacer un bien.
Descubre siempre el mejor aspecto de la vida, toda materia tiende a ser espíritu. Toda tiniebla, luz. Sé el taumaturgo que convierte lo inferior en superior, por el empleo constante de tus facultades más elevadas. Rodea con todo el amor y ternura de tu corazón todo lo que está a tu alcance. Haz siempre lo más y lo mejor que puedas. Y ante todo, haz sólo lo que sepas que es un bien.

Para alegrar y disipar el mal, basta la sola presencia del bien. Conviértete en un brazo más que ayuda a la humanidad en su ascensión. Recuerda que tu trabajo no es vano y que le sirves a Dios. Aunque no veas las cosas como las quieres ver, mantén tu fe firme confiando solo en él. Aunque la marea cambie y embravezca más y más, debes estar confiado porque él te ayudará y no te dejará.

En los momentos difíciles nuestra mente se turba, nos sentimos desmayar, pero recordemos siempre que Jesús a nuestro lado está. La historia está llena de hombres de origen muy humilde, nadie sabía quienes eran ni de donde venían, pero eran hombres de ideales y propósitos grandes. Si a esos ideales y a esos propósitos se les agrega el ingrediente primordial de la fe en Dios, ¿Qué más se puede esperar?

Llegarán a donde se proponen porque
él estará con ellos. El hombre hace el lugar, y su lugar en el mundo; y lo engrandecerá aún más si tiene su confianza puesta en Dios y que cuenta con él en cada uno de sus pasos. Importa demasiado en la vida, no el saber quienes somos ni de dónde venimos, sino hacia dónde nos dirigimos y quién es aquel que va a nuestro lado.
No te detengas en lo malo que has hecho, camina en lo bueno que puedes hacer. No te culpes por lo que hiciste, más bien decídete a cambiar. No te mires con tus ojos, contémplate con la mirada de Dios.

No pienses en lo largo que es el camino de tu transformación, sino en cada paso que puedes dar para ser lo que él quiere que seas. No confíes en tus propias fuerzas, pon tu vida en manos de Dios.

No trates que otros cambien, sé tú el responsable de tu propia vida y trata de cambiar tú.
Deja que el amor te toque y no te defiendas de él.

Sólo contempla la meta y no veas qué tan difícil es alcanzarla. Vive cada día, aprovecha el pasado para bien y deja que el futuro llegue a su tiempo. No sufras por lo que viene, recuerda que "cada día tiene su propio afán", busca alguien con quien compartir tus luchas hacia la libertad, una persona que te entienda, te apoye y te acompañe en ella.

Anónimo

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