miércoles, 13 de agosto de 2008

VALORAR MIS CUALIDADES

En cierta ocasión un amigo le preguntó a Samuel B. Morse, el inventor
del telégrafo:

Profesor, durante sus experimentos, ¿se encontró alguna vez en
situación de no saber cual habría de ser su siguiente paso?

Sí, y más de una vez -respondió Morse.

Y en esas ocasiones ¿qué es lo que hacía?

Le voy a responder en confianza, pues es algo que nunca he revelado
en público -le dijo el inventor con toda sencillez-
Cuando no sabía qué camino tomar, me ponía de rodillas y le pedía
a Dios luz y conocimiento.

¿Y le venían la luz y el conocimiento? -le preguntó el amigo.

Sí, -declaró Morse-. Y tengo que decirle que, cuando me llegaron los
honores y alabanzas, de América y de Europa, a cuenta del invento que
lleva mi nombre, nunca creí que me las merecía. He dado con una
aplicación valiosa de la electricidad, no porque fuera yo superior a otros
hombres, sino únicamente porque Dios, quería concedérsela a la humanidad,
tenía que descubrírsela a alguien y le pareció bien descubrírmela a mí.


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