lunes, 30 de junio de 2008

LA NIÑA Y EL ACRÓBATA

 

   Era una niña de ojos grandes como lunas, con la sonrisa suave del amanecer. Huérfana siempre desde que ella recordara, se había asociado a un acróbata con el que recorría, de aquí para allá, los pueblos hospitalarios de la India. Ambos se habían especializado en un número circense que consistía en que la niña trepaba por un largo palo que el hombre sostenía sobre sus hombros. La prueba no estaba ni mucho menos exenta de riesgos.

Por eso, el hombre le indicó a la niña:

  --Amiguita, para evitar que pueda ocurrirnos un accidente, lo mejor será que, mientras hacemos nuestro número, yo me ocupe de lo que tú estás haciendo y tú de lo que estoy haciendo yo.

De ese modo no correremos peligro, pequeña.

  Pero la niña, clavando sus ojos enormes y expresivos en los de su compañero, replicó:

  --No, Babu, eso no es lo acertado. Yo me ocuparé de mí y tú te ocuparás de ti, y así, estando cada uno muy pendiente de lo que uno mismo hace, evitaremos cualquier accidente.

 

  *El Maestro dice: Permanece vigilante de ti y libra tus propias batallas en lugar de intervenir en las de otros. Atento de ti mismo, así avanzarás seguro por la vía hacia la Liberación definitiva.

recopilado por R.Calle



 

 




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La ejecución

En su peregrinación, el maestro y algunos de sus discípulos bajaron de
la montaña al llano y se encaminaron hacia las murallas de la gran
ciudad. Ante la puerta se había congregado una gran muchedumbre.

Cuando se hallaron más cerca vieron un cadalso levantado y los
verdugos ocupados en llevar a rastras hacia el tajo a un individuo ya
muy debilitado por el calabozo y los tormentos. La plebe se agolpaba
alrededor del espectáculo. Hacían mofa del reo y le escupían, movían
bulla y esperaban con impaciencia la decapitación.

- "¿Quién será y qué delitos habrá perpetrado", se preguntaban unos a
otros los discípulos, " para que la multitud desee su muerte con tanto
afán? Aquí no se ve a nadie que manifieste compasión ni que llore."

- "Supongo que será un hereje", dijo el maestro con tristeza.

Siguieron acercándose, y cuando se vieron confundidos con el gentío
los discípulos preguntaron a izquierda y derecha quién era y qué
crímenes había cometido el que en aquellos momentos se arrodillaba
frente al tajo.

- "Es un hereje", decía la gente muy indignada. "¡Hola! ¡Ahora inclina
su cabeza condenada! ¡Acabemos de una vez! En verdad ese perro quiso
enseñarnos que la ciudad del Paraíso tiene sólo dos puertas, ¡cuando a
todos nosotros nos consta perfectamente que las puertas son doce!."

Asombrados, los discípulos se reunieron alrededor del maestro y le preguntaron:

- "¿Cómo lo adivinaste, maestro?"

Él sonrió y, mientras echaba de nuevo a andar, dijo en voz baja:

- "No ha sido difícil. Si fuese un asesino, o un bandolero o cualquier
otra especie de criminal, habríamos visto entre las gentes del pueblo
pena y compasión. Muchos llorarían y algunos hasta pondrían el grito
en el cielo proclamando su inocencia. Al que tiene una creencia
diferente, en cambio, se le puede sacrificar y echar su cadáver a los
perros sin que el pueblo se inmute."

Hermann Hesse

Fijar metas altas-cuento zen





Un maestro quería enseñarles una lección especial a sus alumnos, y para ello les dio la oportunidad de escoger entre tres exámenes: uno de cincuenta preguntas, uno de cuarenta y uno de treinta.

A los que escogieron el de treinta les puso una "C", sin importar que hubieran contestado correctamente todas las preguntas. A los que escogieron el de cuarenta les puso una "B", aun cuando más de la mitad de las respuestas estuviera mal. Y a los que escogieron el de cincuenta les puso una "A", aunque se hubieran equivocado en casi todas.

Como los estudiantes no entendían nada, el maestro les explicó:

- "Queridos alumnos: permítanme decirles que yo no estaba examinando sus conocimientos, sino su voluntad de apuntar a lo alto".



-- 



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] La ejecución





 

En su peregrinación, el maestro y algunos de sus discípulos bajaron de la montaña al llano y se encaminaron hacia las murallas de la gran ciudad. Ante la puerta se había congregado una gran muchedumbre.

Cuando se hallaron más cerca vieron un cadalso levantado y los verdugos ocupados en llevar a rastras hacia el tajo a un individuo ya muy debilitado por el calabozo y los tormentos. La plebe se agolpaba alrededor del espectáculo. Hacían mofa del reo y le escupían, movían bulla y esperaban con impaciencia la decapitación.

- "¿Quién será y qué delitos habrá perpetrado", se preguntaban unos a otros los discípulos, " para que la multitud desee su muerte con tanto afán? Aquí no se ve a nadie que manifieste compasión ni que llore."

- "Supongo que será un hereje", dijo el maestro con tristeza.

Siguieron acercándose, y cuando se vieron confundidos con el gentío los discípulos preguntaron a izquierda y derecha quién era y qué crímenes había cometido el que en aquellos momentos se arrodillaba frente al tajo.

- "Es un hereje", decía la gente muy indignada. "¡Hola! ¡Ahora inclina su cabeza condenada! ¡Acabemos de una vez! En verdad ese perro quiso enseñarnos que la ciudad del Paraíso tiene sólo dos puertas, ¡cuando a todos nosotros nos consta perfectamente que las puertas son doce!."

Asombrados, los discípulos se reunieron alrededor del maestro y le preguntaron:

- "¿Cómo lo adivinaste, maestro?"

Él sonrió y, mientras echaba de nuevo a andar, dijo en voz baja:

- "No ha sido difícil. Si fuese un asesino, o un bandolero o cualquier otra especie de criminal, habríamos visto entre las gentes del pueblo pena y compasión. Muchos llorarían y algunos hasta pondrían el grito en el cielo proclamando su inocencia. Al que tiene una creencia diferente, en cambio, se le puede sacrificar y echar su cadáver a los perros sin que el pueblo se inmute."

Hermann Hesse






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domingo, 29 de junio de 2008

LA COSECHA





En un oasis escondido en medio del desierto,
se encontraba el viejo Eliahu de rodillas,
a un costado de algunas palmeras datileras.

Su vecino Hakim se detuvo a abrevar sus camellos
y lo vio transpirando, mientras parecía cavar en la arena.

-Que tal anciano? le dijo

- Muy bien-contestó Eliahu
sin dejar su tarea.

-¿Qué haces aqui, con este calor, y esa pala en las manos?

-Siembro dátiles-contestó el viejo.

-¡Dátiles!! -repitió el recién llegado,
y cerró los ojos como quien escucha la mayor estupidez- .
El calor te ha dañado el cerebro, querido amigo.
Dime, ¿cuántos años tienes?

-Ochenta, ... pero eso, ¿qué importa?

-Mira, amigo, los datileros tardan más de cincuenta años en crecer
y recién después de ser palmeras adultas están en condiciones de dar frutos.
Aunque vivas hasta los cien años,
difícilmente puedas llegar a cosechar algo de lo que siembras.

Deja eso y ven conmigo.

-Mira, Hakim, yo comí los dátiles que otro sembró,
otro que tampoco soñó con probar esos dátiles. Yo siembro hoy,
para que otros puedan comer mañana los dátiles que hoy planto...
y aunque solo fuera en honor de aquel desconocido,
vale la pena terminar mi tarea.

Autor desconocido 


 




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SÁBANAS





"Una pareja de recién casados, se mudó a un barrio muy tranquilo.
En la primera semana en la casa, mientras tomaban café, la mujer reparó a través de la ventana que una vecina colgaba sábanas en el tededero.
_¡Qué sábanas sucias está colgando esa mujer!
Está precisando de un jabón nuevo...¡ Si yo tuviera confianza le preguntaría si ella quiere que yo le enseñe a lavar su ropa!
El marido miró y quedó callado.
Algunos dias después, nuevamente, la vecina colgaba nuevamente las sábanas y la mujer comentó con el marido:¡ Nuestra vecina continua colgando las sábanas sucias!
Así pasó un mes, hasta que un dia la mujer se sorprendió al ver colgada la ropa de la vecina.
¡ Mira ella aprendió a lavar la ropa!
¿Será que otra vecina le enseñó???
Porque yo no hice nada.
El marido con calma respondió:
¡¡¡No, hoy yo me levanté más temprano y lavé los vidrios de nuestra ventana!!

Y es así. Todo depende de la ventana, a través de la cual observamos los hechos. Debemos mirar para nuestra casa, para dentro nuestro."

                                             





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EL RELOJITO.







 

Un relojito que acababa de ser terminado por el relojero, fue puesto en una repisa en la bodega, junto a dos relojes mayores que estaban muy ocupados marcando los segundos con su tictac.

-Bien- dijo uno de los relojes al recién llegado-. De modo que te has iniciado en este trabajo.

Lo siento por ti. Ahora estás dando tu tictac con mucho entusiasmo, pero ya te cansarás cuando hayas marcado treinta y tres millones de tic tacs.

-¡Treinta y tres millones de tic tacs!- dijo asustado el relojito- ¡Yo jamás podré hacer eso!

E inmediatamente se detuvo desesperado.

-No seas necio- le dijo el otro reloj en ese momento-. ¿Por qué prestas oídos a tales palabras? La cosa no es así.

Lo único que tienes que hacer, es dar un tictac en este momento. Eso es fácil, ¿verdad? En seguida das otro, lo que es tan fácil como el anterior, y así sucesivamente.

-¡Ah! Eso es todo -gritó el relojito-, se hace fácilmente, así que ¡aquí voy!

Y comenzó con nuevo entusiasmo a hacer un tictac a la vez sin pensar en los meses, ni en los millones.

Al final de un año, había hecho 33, 000,000 de vibraciones sin darse cuenta de ello.

¡Ojalá las personas quisieran vivir solamente el momento que les corresponde y no el año completo!

En el Padre Nuestro se pide por el día. "Basta al día su afán", dice el Señor. Y la promesa que no se ha agotado en cuatro mil años dice: "Como tus días será tu fortaleza."

¿Por qué te afanas hoy por el mañana? Tu corazón hoy llenas de pesar. Conoce tus pruebas, Tus cargas Él lleva; Si Dios tiene cuidado de las aves, De ti sin duda ha de cuidar.

Por tanto os digo: No os afanéis por vuestras vidas, Mateo 6:25


Plenitud.com

 




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sábado, 28 de junio de 2008

LECCIÓN DE VIDA(CUENTO)





Había un hombre que tenia cuatro hijos. El buscaba que ellos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápidamente; entonces el envió a cada uno por turnos a ver un árbol de peras que estaba a una gran distancia.
El primer hijo fue en el Invierno, el segundo en Primavera, el tercero en Verano y el hijo más joven en el Otoño.
Cuando todos ellos habían ido y regresado, los llamó y juntos les pidió que describieran lo que habían visto.
El primer hijo mencionó que el árbol era horrible, doblado y retorcido. 
El segundo dijo que no, que estaba cubierto con brotes verdes y lleno de promesas. 
El tercer hijo no estuvo de acuerdo, el dijo que estaba cargado de flores, que tenia aroma muy dulce y se veía muy hermoso, era la cosa mas llena de gracia que jamás había visto.
El ultimo de los hijos no estuvo de acuerdo con ninguno de ellos, el dijo que estaba maduro y marchitándose de tanto fruto, lleno de vida y satisfacción.
Entonces el hombre les explicó a sus hijos que todos tenia la razón, por que ellos solo habían visto una de las estaciones de la vida del árbol.
El les dijo a todos que no deben de juzgar a un árbol, o a una persona, solo por ver una de sus temporadas, y que la esencia de lo que son, el placer, regocijo y amor que viene con la vida puede ser solo medida al final, cuando todas las estaciones han pasado.
Si tu te das por vencido en el invierno, habrás perdido la promesa de la primavera, la belleza del verano y la satisfacción del otoño. 
Moraleja: No dejes que el dolor de alguna estación destruya la dicha del resto. No juzgues la vida por solo una estación difícil.
Persevera a través de las dificultades… mejores tiempos seguramente vienen por delante







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PUREZA DE CORAZÓN(CUENTO HINDÚ)

PUREZA DE CORAZÓN

 

  Se trataba de dos ermitaños que vivían en un islote cada uno de ellos. El ermitaño joven se había hecho muy célebre y gozaba de gran reputación, en tanto que el anciano era un desconocido. Un día, el anciano tomó una barca y se desplazó hasta el islote del afamado ermitaño. Le rindió honores y le pidió instrucción espiritual. El joven le entregó un mantra y le facilitó las instrucciones necesarias para la repetición del mismo. Agradecido, el anciano volvió a tomar la barca para dirigirse a su islote, mientras su compañero de búsqueda se sentía muy orgulloso por haber sido reclamado espiritualmente. El anciano se sentía muy feliz con el mantra.

Era una persona sencilla y de corazón puro. Toda su vida no había hecho otra cosa que ser un hombre de buenos sentimientos y ahora, ya en su ancianidad, quería hacer alguna práctica metódica.

  Estaba el joven ermitaño leyendo las escrituras, cuando, a las pocas horas de marcharse, el anciano regresó. Estaba compungido, y dijo:

  --Venerable asceta, resulta que he olvidado las palabras exactas del mantra. Siento ser un pobre ignorante. ¿Puedes indicármelo otra vez?

  El joven miró al anciano con condescendencia y le repitió el mantra.

Lleno de orgullo, se dijo interiormente: "Poco podrá este pobre hombre avanzar por la senda hacia la Realidad si ni siquiera es capaz de retener un mantra". Pero su sorpresa fue extraordinaria cuando de repente vio que el anciano partía hacia su islote caminando sobre las aguas.

 

  *El Maestro dice: No hay mayor logro que la pureza de corazón. ¿Qué no puede obtenerse con un corazón limpio?




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viernes, 27 de junio de 2008

EL DIAMANTE

El monje había llegado a Las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llegó corriendo hasta él un habitante de la aldea y Le dijo:

"¡La piedra! ¡La piedra! ¡Dame la piedra preciosa!"

"¿Qué piedra?, preguntó el monje.

"La otra noche se me apareció en sueños el Señor Shiva", dijo el aldeano, "y me aseguró que si venía al anochecer a Las afueras de la aldea, encontraría un monje que me daría una piedra preciosa que me haría Rico para siempre"

El monje rebuscó en su bolsa y extrajo una piedra.

"Probablemente se refería a ésta", dijo el monje, mientras entregaba la piedra al aldeano. "La encontré en un sendero del bosque hace unos días. Por supuesto que puedes quedarte con Ella ... TE LA REGALO !

El hombre se quedó mirando la piedra con asombro. ¡Era un diamante! Tal vez el mayor diamante del mundo, pues era tan Grande como la mano de un hombre.

Tomó el diamante y se marchó. Pasó la noche dando vueltas en la cama, totalmente incapaz de dormir. Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al monje y, devolviéndole el diamante, Le dijo:

"Dame la riqueza que te permite desprenderte con tanta felicidad de este "DIAMANTE".

Anthony de Mello

Concentración (cuento zen)




 
 

Después de ganar varios concursos de arquería, el joven y jactancioso campeón retó a un maestro Zen que era reconocido por su destreza como arquero. El joven demostró una notable técnica cuando dio en el centro de la diana en el primer intento, y luego partió esa flecha con el segundo tiro...

- "Ahí está", le dijo al viejo, "¡a ver si puedes igualar eso!".

Inmutable, el maestro no desenfundó su arco, pero invitó al joven arquero a que lo siguiera hacia la montaña. Curioso sobre las intenciones del viejo, el campeón lo siguió hacia lo alto de la montaña hasta que llegaron a un profundo abismo atravesado por un frágil y tembloroso tronco. Parado con calma en el medio del inestable y ciertamente peligroso puente, el viejo eligió como blanco un lejano árbol, desenfundó su arco, y disparó un tiro limpio y directo.

- "Ahora es tu turno", dijo mientras se paraba graciosamente en tierra firme.

Contemplando con terror el abismo aparentemente sin fondo, el joven no pudo obligarse a subir al tronco, y menos a hacer el tiro.

- "Tienes mucha habilidad con el arco", dijo el maestro, "pero tienes poca habilidad con la mente, que te hace errar el tiro".





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SÉ COMO UN MUERTO

 


  Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba impartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad de naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó:

  --Querido mío, mi muy querido, acércate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.

  El discípulo caminó hasta un cementerio cercano. El silencio era sobrecogedor. Quebró la apacible atmósfera del lugar gritando toda clase de elogios a los muertos. Después regresó junto a su maestro.

  --¿Qué te respondieron los muertos? -preguntó el maestro.

  --Nada dijeron.

  --En ese caso, mi muy querido amigo, vuelve al cementerio y lanza toda suerte de insultos a los muertos.

  El discípulo regresó hasta el silente cementerio. A pleno pulmón, comenzó a soltar toda clase de improperios contra los muertos. Después de unos minutos, volvió junto al maestro, que le preguntó al instante:

  --¿Qué te han respondido los muertos?

  --De nuevo nada dijeron -repuso el discípulo.

  Y el maestro concluyó:

  --Así debes ser tú: indiferente, como un muerto, a los halagos y a los insultos de los otros.




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sábado, 21 de junio de 2008

BENDICIÓN IRLANDESA


Que el camino salga a tu encuentro.

Que vivas por el tiempo que tú quieras y que siempre quieras vivir plenamente.

Recuerda siempre olvidar las cosas que te entristecieron.

Pero nunca te olvides de recordar las cosas que te alegraron.

Recuerda siempre olvidar a los amigos que resultaron falsos.

Pero nunca olvides recordar a aquellos que permanecieron contigo.

Recuerda siempre olvidar los problemas que ya pasaron.

Pero nunca olvides recordar las bendiciones de cada día.

Que el día más triste de tu futuro no sea peor que el día más feliz de tu pasado.

Que nunca se te venga el techo encima, y si fuera así, que los amigos reunidos debajo de él, nunca se vayan

Que siempre tengas palabras cálidas en un frío anochecer, una luna llena en una noche oscura y que el camino siempre se abra a tu puerta.

Que vivas cien años, con un año extra para arrepentirte!

Que tus vecinos te respeten ,los problemas te abandonen, los ángeles te protejan, y que el cielo te acoja.

Que la buena suerte te persiga y cada día
y cada noche tengas muros contra el viento, un techo para la lluvia, bebidas junto a la fogata, risas para consolarte, aquéllos a quienes amas cerca de ti, y todo lo que tu corazón desee!

Que no conozcas nada más que la felicidad.

Desde este día en adelante, Dios te conceda muchos años de vida; de seguro Él sabe que la Tierra no tiene suficientes ángeles.

No es tu aptitud, sino tu actitud, lo que determina tu altitud.

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QUIERO QUE SEPAS


Quiero que sepas
Que , en tu corazón,  hay otros que nunca te olvidan. Que siempre encuentres un arco iris después de una tormenta.

Que celebres las cosas maravillosas que hay en ti. Y cuando llegue el mañana, que puedas comenzar de nuevo.

Que recuerdes cuántas sonrisas pueden llenar un día. Que creas que tus anhelos serán una realidad.

Que encuentres tiempo para apreciar la vida y tiempo para compartir tu belleza espiritual. Que veas tu presente como un regalo, y tu futuro como otro más.

Que agregues una página dorada al diario de cada nuevo día, y que puedas convertir "La felicidad eterna" en eterna felicidad.

Y que siempre sigas sembrando las semillas de tus sueños. Porque si sigues creyendo en ellos, tus sueños seguirán tratando de florecer en ti.

La felicidad no depende de lo que pasa a nuestro alrededor, sino de lo que pasa dentro de nosotros.

La felicidad se mide por el espíritu con el cual nos enfrentamos a los problemas de la vida. La felicidad es un asunto de valentía; es tan fácil sentirse deprimido y desesperado.

La felicidad es un estado de la mente. No somos felices en tanto no decidamos serlo. La felicidad no consiste en hacer siempre lo que queremos; pero sí en querer todo lo que hagamos.

La felicidad nace de poner nuestros corazones al hacer nuestro trabajo con alegría. La felicidad no tiene recetas; cada quién la cocina con la sazón de su propia meditación.

La felicidad no es una posada en el camino, sino una forma de caminar.


Autor: Anónimo

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viernes, 20 de junio de 2008

Rv: Enamorarse de un gran hombre









 
Es la primera vez que escribo sobre nosotros los hombres
que siempre nos caracterizamos por ser el sexo fuerte, aunque
muchas veces caemos por debilidad.
Un día, mi hermana lloraba en su habitación...
Con mucha nostalgia, observé que mi padre se le acercó...
y le preguntó el motivo de su tristeza... los escuché hablando por
horas, pero hubo una frase tan especial que dijo mi padre esa
tarde, que hasta el día de hoy, 8 años más tarde..., la recuerdo
cada mañana y me llena de fuerza...
 Mi padre acariciándole el rostro, le dijo: "Hija mía,
enamórate de un Gran Hombre y no volverás a llorar"...
Me pregunte tantas veces, cuál era la fórmula exacta para
llegar a ser ese gran hombre y no dejarme vencer por las
pequeñeces...
 Conforme pasan los años... descubrimos que si tan solo
todos los hombres lucháramos por ser grandes de espíritu, grandes
de alma y grandes de corazón... ¡El mundo sería
completamente
distinto!
 Aprendí que un Gran Hombre... no es aquel que compra todo
lo que desea, pues habemos tantos que hemos comprado hasta el
cariño y el respeto de quienes nos rodean...
 Mi padre le decía...
"No busques a un hombre que solo hable de sí mismo, sin
preocuparse por ti... Ni a aquel que se pase las horas halagando
sus propios logros... No te aferres a un hombre que te critique y
te diga lo mal que te ves... o lo mucho que deberías cambiar...
¿Para qué quieres a un hombre que te abandonará si no
cambias, por
un cabello más claro?, ¿Por unos ojos de otro color? ¿o por un
cuerpo más esbelto?... si no supo admirar la verdadera belleza que
hay en ti."
Cuantas veces me dejé llevar por la superficialidad de las
cosas..., haciendo a un lado a quienes realmente me entregaban su
sinceridad e integridad... Me costó trabajo comprender! que un GRAN
HOMBRE no es el que llega más alto, ni el que tiene más dinero,
casa, carro, ni el que vive rodeado de mujeres, ni mucho menos el
más guapo... Un verdadero y gran hombre... es aquel ser humano
lleno de transparencia, que no oculta sus verdaderos sentimientos
ni se refugia en vicios y
cortinas de humo, es el que abre su
corazón sin rechazar la realidad, es quien admira a una mujer por
sus cimientos morales y grandeza
interior... Un Gran Hombre, es que
el camina de frente, sin bajar la mirada, es aquel que no miente y
sabe llorar su dolor...
Hoy mi hermana esta felizmente casada, y ese Gran Hombre
con quien se  caso... no era ni el más popular, ni el más
perseguido, ni el más solicitado, ni mucho menos el más
adinerado... Ese Gran Hombre es quien simplemente nunca la hizo
llorar..., es quien la hace sonreír por lo mucho que han logrado
juntos, por todos sus recuerdos, por cada alegría que comparten y
por esos tres hijos que llenan sus vidas... ¡Ese Gran Hombre!, ama
tanto a mi hermana que no se cansa de besar sus manos, y mucho
menos sus labios... La quiere por quien ella es... y por lo que son
cuando están juntos...
         Lo envío a mis "amigos"... para que hagan crecer a ese
GRAN HOMBRE que llevan dentro... y a mis "amigas" para que sepan
elegir a un GRAN HOMBRE.












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El viejo maestro (cuento sufi)





 
Había una vez en el antiguo Al-Andalus, un viejo maestro en el arte de la guerra , ya retirado que se dedicaba a enseñar el arte de la meditación a sus jóvenes alumnos. A pesar de su avanzada edad, corría la leyenda que todavía era capaz de derrotar a cualquier adversario.
Cierto día apareció por allí un guerrero con fama de ser el mejor en su género. Era conocido por su total falta de escrúpulos y por ser un especialista en la técnica de la provocación. Este guerrero esperaba que su adversario hiciera el primer movimiento y después con una inteligencia privilegiada para captar los errores del contrario atacaba con una velocidad fulminante. Nunca había perdido un combate.
Sabiendo de la fama del viejo maestro, estaba allí para derrotarlo y así aumentar su fama de invencible. El viejo aceptó el reto y se vieron en la plaza pública con todos los alumnos y gentes del lugar. El joven empezó a insultar al viejo maestro. Le escupió, tiró piedras en su dirección, le ofendió con todo tipo de desprecios a él, sus familiares y antepasados. Durante varias horas hizo todo para provocarlo, pero el viejo maestro permaneció impasible. Al final de la tarde, exhausto y humillado, el joven guerrero se retiró.
Los discípulos corrieron hacia su maestro y le preguntaron cómo había soportado tanta indignidad de manera cobarde sin sacar su espada, asumiendo el riesgo de ser vencido.
-Si alguien te hace un regalo y tú no lo aceptas, ¿a quién pertenece ese regalo? -preguntó el viejo maestro.
-A quién intentó entregarlo -respondió un discípulo.
-Pues lo mismo vale para la rabia, la ira, los insultos y la envidia -dijo el maestro-, cuando no son aceptados continúan perteneciendo a quien los cargaba consigo.


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LA MARIPOSA AZUL

Había una vez un viudo que vivía con sus dos hijas curiosas e inteligentes.
Las niñas siempre hacían muchas preguntas; a alguna de ellas, él sabía responder, a otras no.

Cómo pretendía ofrecerles la mejor educación, mandó a las niñas de vacaciones con un sabio que vivía en lo alto de una colina.

El sabio siempre respondía a todas las preguntas sin ni siquiera dudar.

Impacientes las niñas decidieron inventar una pregunta que él no sabría responder.

Entonces, una de ellas apareció con una linda mariposa azul que usaría para engañar al sabio.

"¿Qué vas a hacer?"-

Preguntó la hermana
"Voy a esconder la mariposa en mis manos y preguntarle al sabio si está viva o muerta"

"Si él dijese que está muerta, abriré mis manos y la dejaré volar. Si dice que esta viva la apretaré y la aplastaré.
Y así, cualquiera que sea su respuesta, ¡Será una respuesta equivocada!"

Las dos niñas fueron entonces al encuentro del sabio, que estaba meditando.
-"Tengo aquí una mariposa azul. Dígame, sabio ¿está viva o muerta?"
Muy calmadamente el sabio sonrió y respondió:
"Depende de ti… Ella está en tus manos."

Así es nuestra vida, nuestro presente y nuestro futuro.

No debes de culpar a nadie cuando algo falle: somos nosotros los responsables por aquello que conquistamos (o no conquistamos) .





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jueves, 19 de junio de 2008

mAYONESA Y CAFÉ




      Cuando las cosas en la vida parecen demasiado, cuando 24 horas al día no son suficientes, recuerda el frasco de mayonesa y el café.
      Un profesor delante de su clase de filosofía sin decir palabra tomó un frasco grande y vació de mayonesa y procedió a llenarlo con pelotas de golf.
      Luego le preguntó a sus estudiantes si el frasco estaba lleno. Los estudiantes sostuvieron de acuerdo en decir que si. Así que el profesor tomo una caja llena de canicas y la vació dentro del frasco de mayonesa. Las canicas llenaron los espacios vacíos entre las
      pelotas de golf. El profesor volvió a preguntarles a los estudiantes si el frasco estaba lleno y ellos volvieron a decir que si.
      Luego el profesor tomo una caja con arena y la vació dentro del frasco. Por supuesto, la arena llenó todos los espacios vacíos y el profesor
      preguntó nuevamente si el frasco estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes respondieron con un "si" unánime.
      El profesor enseguida agregó 2 tazas de café al contenido del frasco y efectivamente llenó todos los espacios vacíos entre la arena. Los
      estudiantes reían en esta ocasión.
      Cuando la risa se apagaba, el profesor dijo: "Quiero que se den cuenta que este frasco representa la vida.
      Las pelotas de golf son las cosas importantes, como Dios, la  familia, los hijos, la salud, los amigos, las cosas que te apasionan. Son cosas que aún si todo lo demás lo perdiéramos y sólo estas quedaran, nuestras vidas aun estarían llenas.
        Las canicas son las otras cosas que importan, como el trabajo, la casa, el auto, etc.
       La arena es todo lo de más, las pequeñas cosas. "Si ponemos la arena en el frasco primero, no habría espacio para las canicas ni para la pelotas de golf. Lo mismo ocurre con la vida.
      Si gastamos todo nuestro tiempo y energía en
      las cosas pequeñas, nunca tendremos lugar para las cosas realmente importantes.
      Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad.
      Juega con tus hijos, tomate tiempo para asistir al doctor, ve con tu pareja a cenar, practica tu deporte o afición favorita. Siempre habrá tiempo para limpiar la casa y reparar la llave del agua. Ocúpate de las pelotas de golf primero, de las cosas que realmente importan. Establece tus prioridades, el resto es sólo arena.
      " Uno de los estudiantes levantó la mano y preguntó que representaba el café.
      El profesor sonrió y dijo: "Qué bueno que lo preguntas!. Sólo es para demostrarles que no importa cuan ocupada tu vida pueda parecer,
      siempre hay lugar para un par de tazas de café con un amigo."









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El tazón de madera



Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años, él vivía solo y deseaba compartir con su familia sus últimos días. Los años no habían pasado en balde y ya le temblaban las manos, su vista era torpe y sus pasos ya no eran tan fuertes como antaño. Toda la familia comía junta en la mesa del comedor, pero las manos temblorosas y la vista enferma del abuelito hacían que el alimentarse fuera un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, no era difícil que se le derramara la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situacion, "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente y estoy harto de esta situación, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo". Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor; así pasaban los días y el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.

Como ya había roto varios platos, su comida era servida en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El nieto de cuatro años observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, el papá observo que su hijo estaba jugando con unos trozos de madera en el suelo. Y le preguntó suavemente: "¿Que estás haciendo hijo?"; con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para tí y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos". Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos supieron lo que tenían que hacer.Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecían molestarse cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se percatan que con el ejemplo de cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de sus hijos. Lleguemos a ser instructores sabios y modelos a imitar por nuestros hijos.







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El tazón de madera



Un viejo se fue a vivir con su hijo, su nuera y su nieto de cuatro años, él vivía solo y deseaba compartir con su familia sus últimos días. Los años no habían pasado en balde y ya le temblaban las manos, su vista era torpe y sus pasos ya no eran tan fuertes como antaño. Toda la familia comía junta en la mesa del comedor, pero las manos temblorosas y la vista enferma del abuelito hacían que el alimentarse fuera un asunto difícil. Los guisantes caían de su cuchara al suelo y cuando intentaba tomar el vaso, no era difícil que se le derramara la leche sobre el mantel.

El hijo y su esposa se cansaron de la situacion, "Tenemos que hacer algo con el abuelo", dijo el hijo. "Ya he tenido suficiente y estoy harto de esta situación, derrama la leche, hace ruido al comer y tira la comida al suelo". Así fue como el matrimonio decidió poner una pequeña mesa en una esquina del comedor; así pasaban los días y el abuelo comía solo mientras el resto de la familia disfrutaba la hora de comer.

Como ya había roto varios platos, su comida era servida en un tazón de madera. De vez en cuando miraban hacia donde estaba el abuelo y podían ver una lágrima en sus ojos mientras estaba ahí sentado solo. Sin embargo, las únicas palabras que la pareja le dirigía, eran fríos llamados de atención cada vez que dejaba caer el tenedor o la comida. El nieto de cuatro años observaba todo en silencio.

Una tarde antes de la cena, el papá observo que su hijo estaba jugando con unos trozos de madera en el suelo. Y le preguntó suavemente: "¿Que estás haciendo hijo?"; con la misma dulzura el niño le contestó: "Ah, estoy haciendo un tazón para tí y otro para mamá para que cuando yo crezca, ustedes coman en ellos". Sonrió y siguió con su tarea.

Las palabras del pequeño golpearon a sus padres de tal forma que quedaron sin habla. Las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. Y, aunque ninguna palabra se dijo al respecto, ambos supieron lo que tenían que hacer.Esa tarde el esposo tomo gentilmente la mano del abuelo y lo guió de vuelta a la mesa de la familia. Por el resto de sus días ocupó un lugar en la mesa con ellos. Y por alguna razón, ni el esposo ni la esposa parecían molestarse cada vez que el tenedor se caía, la leche se derramaba o se ensuciaba el mantel.

Los niños son altamente perceptivos. Sus ojos observan, sus oídos siempre escuchan y sus mentes procesan los mensajes que absorben. Si ven que con paciencia proveemos un hogar feliz para todos los miembros de la familia, ellos imitarán esa actitud por el resto de sus vidas. Los padres y madres inteligentes se percatan que con el ejemplo de cada día colocan los bloques con los que construyen el futuro de sus hijos. Lleguemos a ser instructores sabios y modelos a imitar por nuestros hijos.







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martes, 17 de junio de 2008

El asno y el camello (cuento sufi)

Un asno y un camello caminaban juntos. El camello se movía con pasos
largos y pausados. El asno se movía impacientemente tropezándose de
vez en cuando. Al fin el asno dijo a su compañero:
-¿Cómo es que me encuentro siempre con problemas, cayéndome y
haciéndome rasguños en las patas, a pesar de que miro cuidadosamente
al suelo mientras camino, mientras que tú que nunca pareces ser
consciente de lo que te rodea, con tus ojos fijos en el horizonte,
mantienes un paso tan rápido y fácil en apariencia?
Respondió el camello:
-Tu problema es que tus pasos son demasiado cortos y cuando has visto
algo es demasiado tarde para corregir tus movimientos. Miras a tu
alrededor y no evalúas lo que ves. Piensas que la prisa es velocidad,
imaginas que mirando puedes ver, piensas que ver cerca es lo mismo que
ver lejos. Supones que yo miro el horizonte, aunque en realidad sólo
contemplo hacia el frente como modo de decidir qué hacer cuando lo
lejano se convierta en cercano. También recuerdo lo que ha sucedido
antes y así no necesito mirar hacia atrás y tropezar una vez más. De
este modo lo que te parece confuso o difícil se vuelve claro y fácil.
Idries Shah, El yo dominante

lunes, 16 de junio de 2008

EL SUEÑO DE TRES ARBOLES



Érase una vez, en la cumbre de una montaña, tres pequeños árboles amigos que soñaban en grande sobre lo que el futuro deparaba para ellos.
El primer arbolito miró hacia las estrellas y dijo: "Yo quiero guardar tesoros. Quiero estar repleto de oro y ser llenado de piedras preciosas. Yo seré el baúl de tesoros mas hermoso del mundo".
El segundo arbolito observó un pequeño arroyo en sus camino hacia el mar y dijo: "Yo quiero viajar a través de mares inmensos y llevar a reyes poderosos sobre mi. Yo seré el barco mas importante del mundo".
El tercer arbolito miró hacia el valle y vio a hombres agobiados de tantos infortunios, fruto de sus pecados y dijo: "Yo no quiero jamas dejar la cima de la montaña. Quiero crecer tan alto que cuando la gente del pueblo se detenga a mirarme, levantarán su mirada al cielo y pensaran en Dios. Yo seré el árbol mas alto del mundo".
Los años pasaron. Llovió, brilló el sol y los pequeños árboles se convirtieron en majestuosos cedros. Un día, tres leñadores subieron a la cumbre de la montaña. El primer leñador miró al primer árbol y dijo: "¡Qué árbol tan hermoso!", y con la arremetida de su brillante hacha el primer árbol cayó. "Ahora me deberán convertir en un baúl hermoso, voy a contener tesoros maravillosos", dijo el primer árbol.
Otro leñador miró al segundo árbol y dijo: "¡Este árbol es muy fuerte, es perfecto para mi!". Y con la arremetida de su brillante hacha, el segundo árbol cayó. "Ahora deberé navegar mares inmensos", pensó el segundo árbol, "Deberé ser el barco mas importante para los reyes mas poderosos de la tierra".
El tercer árbol sintió su corazón hundirse de pena cuando el último leñador se fijó en el. El árbol se paró derecho y alto, apuntando al cielo. Pero el leñador ni siquiera miró hacia arriba, y dijo: "¡Cualquier árbol me servirá para lo que busco!". Y con la arremetida de su brillante hacha, el tercer árbol cayó.
El primer árbol se emocionó cuando el leñador lo llevó al taller, pero pronto vino la tristeza. El carpintero lo convirtió en una mero pesebre para alimentar las bestias. Aquel árbol hermoso no fue cubierto con oro, ni contuvo piedras preciosas. Fue solo usado para poner el pasto.
El segundo árbol sonrió cuando el leñador lo llevó cerca de un embarcadero. Pero no estaba junto al mar sino a un lago. No habían por allí reyes sino pobres pescadores. En lugar de convertirse en el gran barco de sus sueños, hicieron de el una simple barcaza de pesca, demasiado chica y débil para navegar en el océano. Allí quedó en el lago con los pobres pescadores que nada de importancia tienen para la historia..
Pasó el tiempo y una noche, brilló sobre el primer árbol la luz de una estrella dorada. Una joven puso a su hijo recién nacido en aquel humilde pesebre. "Yo quisiera haberle construido una hermosa cuna", le dijo su esposo... La madre le apretó la mano y sonrió mientras la luz de la estrella alumbraba al niño que apacible dormía sobre la paja y la tosca madera del pesebre. "El pesebre es hermoso" dijo la madre y, de repente, el primer árbol comprendió que contenía el tesoro mas grande del mundo.
Pasaron los años y una tarde, un gentil maestro de un pueblo vecino subió con unos pocos seguidores a bordo de la vieja barca de pesca. El maestro, agotado, se quedó dormido mientras el segundo árbol navegaba tranquilamente sobre el lago. De repente, una impresionante y aterradora tormenta se abatió sobre ellos. El segundo árbol se llenó de temor pues las olas eran demasiado fuertes para la pobre barca en que se había convertido. A pesar de sus mejores esfuerzos, le faltaban las fuerzas para llevar a sus tripulantes seguros a la orilla. ¡Naufragaba!. ¡que gran pena, pues no servía ni para un lago!. Se sentía un verdadero fracaso. Así pensaba cuando el maestro, sereno, se levanta y, alzando su mano dio una orden: "calma". Al instante, la tormenta le obedece y da lugar a un remanso de paz. De repente el segundo árbol supo que llevaba a bordo al rey del cielo, tierra y mares.
El tercer árbol fue convertido en sendos leños y por muchos años fueron olvidados como escombros en un oscuro almacén militar. ¡Qué triste yacía en aquella penuria inútil, qué lejos le parecía su sueño de juventud!
De repente un viernes en la mañana, unos hombres violentos tomaron bruscamente esos maderos. El tercer árbol se horrorizó al ser forzado sobre las espaldas de un inocente que había sido golpeado sin misericordia. Aquel pobre reo lo cargó, doloroso, por las calles ante la mirada de todos. Al fin llegaron a una loma fuera de la ciudad y allí le clavaron manos y pies. Quedo colgado sobre los maderos del tercer árbol y, sin quejarse, solo rezaba a su Padre mientras su sangre se derramaba sobre los maderos. el tercer árbol se sintió avergonzado, pues no solo se sentía un fracasado, se sentía además cómplice de aquél crimen ignominioso. Se sentía tan vil como aquellos blasfemos ante la víctima levantada.
Pero el domingo en la mañana, cuando al brillar el sol, la tierra se estremeció bajo sus maderas, el tercer árbol comprendió que algo muy grande había ocurrido. De repente todo había cambiado. Sus leños bañados en sangre ahora refulgían como el sol. ¡Se llenó de felicidad y supo que era el árbol mas valioso que había existido o existirá jamás pues aquel hombre era el rey de reyes y se valió de el para salvar al mundo!
La cruz era trono de gloria para el rey victorioso. Cada vez que la gente piense en él recordarán que la vida tiene sentido, que son amados, que el amor triunfa sobre el mal. Por todo el mundo y por todos los tiempos millares de árboles lo imitarán, convirtiéndose en cruces que colgarán en el lugar mas digno de iglesias y hogares. Así todos pensarán en el amor de Dios y, de una manera misteriosa, llegó a hacerse su sueño realidad. El tercer árbol se convirtió en el mas alto del mundo, y al mirarlo todos pensarán Dios.


1. Traducción del inglés por el padre Jorge Rivero a partir de un cuento de autor anónimo. 



 

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LEYENDA NORUEGA


El viejo Haakón cuidaba una cierta ermita. En ella se conservaba un Cristo muy venerado que recibía el significativo nombre de «Cristo de los Favores». Todos acudían a él para pedirle ayuda. Un día, también el ermitaño Haakón decidió solicitar un favor y, arrodillado ante la imagen, dijo:
- Señor, quiero padecer por ti. Déjame ocupar tu puesto. Quiero reemplazarte en la cruz.
Y se quedó quieto, con los ojos puestos en la imagen, esperando una respuesta. De repente -oh, maravilla - vio cómo el Crucificado comenzaba a mover los labios y le decía:
- Amigo mío, accedo a tu deseo; pero ha de ser con una condición: que, suceda lo que suceda y veas 10 que veas, has de guardar siempre silencio.
- Te lo prometo, Señor.
Y se efectuó el cambio. Nadie se dio cuenta de que era Haakón quien estaba en la cruz, sostenido por los cuatro clavos, y que el Señor ocupaba el puesto del ermitaño. Los devotos seguían desfilando pidiendo favores, y Haakón, fiel a su promesa, callaba. Hasta que un día...
Llegó un ricachón, el cual, después de haber orado, dejó allí olvidada su bolsa. Haakón lo vio, pero guardó silencio. Tampoco dijo nada cuando un pobre, que vino dos horas más tarde, se apropió de la bolsa del rico. Y tampoco dijo nada cuando un muchacho se postró ante él poco después para pedir su protección antes de emprender un viaje. Pero no pudo contenerse cuando vio regresar al hombre rico, el cual, creyendo que era aquel muchacho el que se había apoderado de la bolsa, insistía en denunciarlo. Se oyó entonces una voz fuerte:
- Detente.
Ambos miraron hacia arriba y vieron que era la imagen la que había gritado. Haakón aclaró cómo habían ocurrido realmente las cosas. El rico quedó anonadado y salió de la ermita. El joven salió también, porque tenía prisa por emprender su viaje. Cuando, por fin, la ermita quedó sola, Cristo se dirigió a Haakón y le dijo:
- Baja de la cruz. No vales para ocupar mi puesto. No has sabido guardar silencio.
- Señor dijo Haakón confundido -, ¿cómo iba a permitir esa injusticia?
- Tú no sabías que al rico le convenía perder la bolsa -le contestó Cristo -, pues llevaba en ella el precio de la virginidad de una mujer. El pobre, en cambio, tenía necesidad de ese dinero e hizo bien en llevárselo. En cuanto al muchacho último, si hubiera quedado retenido en la ermita, no habría llegado a tiempo de embarcar y habría salvado la vida, porque has de saber que en estos momentos su barco está hundiéndose en alta mar.


1. Esta leyenda aparece recogida en el libro Esta es nuestra fe. Teología para universitarios de Luis González Carvajal. Se reproduce aquí por cortesía de la editorial Sal Terrae (Santander). [Volver]



 

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LA SILLA VACÍA


La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote asumió que el hombre sabía que vendría a verlo.
[La silla con pipa de Vicent van Gogh]"Supongo que me estaba esperando", le dijo. "No, ¿quién es usted?", dijo el hombre. "Soy el sacerdote que su hija llamó para que orase con usted, cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted sabía que yo estaba viniendo a verlo"
"Oh sí, la silla", dijo el hombre enfermo, "¿Le importa cerrar la puerta?" El sacerdote sorprendido la cerró.
"Nunca le he dicho esto a nadie, pero... toda mi vida la he pasado sin saber como orar. Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la oración, que se debe orar y los beneficios que trae, etc., pero siempre esto de las oraciones me entró por un oído y salió por el otro pues no tengo idea de cómo hacerlo. Entonces hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así en mi hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo: "José, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas... te sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente de ti, luego con fe miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado hacerlo pues Él nos dijo: "Yo estaré siempre con ustedes." Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora mismo"
"Así lo hice una vez y me gustó tanto que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias desde entonces. Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija pues me internaría de inmediato en la casa de los locos".
El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo y que no cesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le extendió una bendición, los santos óleos y se fue a su parroquia.
Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:
-¿Falleció en paz?
-Sí, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui a verlo a su cama, me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras una hora mas tarde, ya lo encontré muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues aparentemente justo antes de morir se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. ¿Que cree usted que pueda significar esto?"
El sacerdote se secó las lágrimas de emoción y le respondió:
- "Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera".


Ilustración de esta página: La silla de Vicente con una pipa de Vicent van Gogh. 1888. National Gallery, Londres. Carol Gerten's Fine Art

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