lunes, 5 de mayo de 2008

EL YOGUI DEL SILENCIO

Había alcanzado una paz tal que la transmitía espontáneamente e incluso impregnaba de quietud toda la instancia en la que se hallaba. Venían a verle buscadores de muchos lugares y aquellos que tenían la suficiente sensibilidad en seguida conectaban con su purísima vibración de sosiego. Legó a visitarle un impertinente y acaudalado devoto, un hombre fatuo y exigente.
Entró en la sala y se sentó frente al imperturbable yogui. El silencio era total. De repente y en mal tono, el hombre dijo:
No he venido aquí para no recibir nada.
Se dirigió al asistente del yogui y le dijo:
¡Que me inspire con algunas palabras!
El asistente le replico:
Si no es capaz de inspirarte su elocuente y revelador silencio, no hay palabra que pueda conseguirlo.
 
El pensamiento y las  palabras  son imprescindibles, pero también insuficientes. Ocupan un lugar en nuestras vidas, pero solo eso. Más allá de las palabras y de los pensamientos, es donde surge el silencioso conocimiento revelador, que por su propia naturaleza es inexpresable y no está sometido a conceptos ni ideas.
                                  Ramiro Calle ( Director del centro de Yoga SHADAK )

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