Entró en la sala y se sentó frente al imperturbable yogui. El silencio era total. De repente y en mal tono, el hombre dijo:
No he venido aquí para no recibir nada.
Se dirigió al asistente del yogui y le dijo:
¡Que me inspire con algunas palabras!
El asistente le replico:
Si no es capaz de inspirarte su elocuente y revelador silencio, no hay palabra que pueda conseguirlo.
El pensamiento y las palabras son imprescindibles, pero también insuficientes. Ocupan un lugar en nuestras vidas, pero solo eso. Más allá de las palabras y de los pensamientos, es donde surge el silencioso conocimiento revelador, que por su propia naturaleza es inexpresable y no está sometido a conceptos ni ideas.
Ramiro Calle ( Director del centro de Yoga SHADAK )
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