martes, 27 de mayo de 2008

Medio lleno, medio vacio?

Con gran sabiduría alguien ha dicho que la vida es del color del
cristal con que la miras. Pero, de hecho, hay que recordar que somos
nosotros los que inventamos el color del cristal. Todos los días,
frente a cualquier situación, somos nosotros los que decidimos si
veremos oportunidades o problemas, si avanzaremos con valor o nos
estancaremos en el camino, si pagaremos el elevado precio de alcanzar
un sueño o simplemente renunciaremos.

Reconozco que a veces es difícil aceptar esto, porque, para ser
realistas, hay muchas situaciones que sobrepasan nuestras capacidades.
Además, existe el hecho, si se trata de trabajar con otras personas,
de que no todas se motivan por lo mismo y de la misma manera, así que
cuando se proponen tareas grupales (en la universidad, en el trabajo)
el estrés aumenta considerablemente, porque cada uno seguirá viendo
las cosas a su propia manera, dificultando el avance del grupo. ¿Acaso
eso no es razón suficiente para entender que no todo es del cristal
con que se mira? Yo pienso que no es razón suficiente, porque aunque
otros piensen de forma diferente o vean la vida de forma diferente de
la nuestra, nadie puede imponernos una manera de ver la vida, pero
nosotros sólo tenemos dos alternativas:

1) Forjamos nuestra propia percepción de la vida, o,
2) Aceptamos la percepción que tienen de la vida los demás.

No estoy diciendo que otras personas tengan una manera sombría de ver
las cosas, sin embargo, por muy buena que sea la forma en que otro ve
su propia vida, no podemos adoptar sus "técnicas" para nosotros
mismos, porque nuestra vida es singular, así como nuestra manera de
influir sobre el mundo lo es. Claro que podemos aprender de esas
grandes personas que suelen sobreponerse a todo obstáculo, claro que
ellos y ellas pueden enseñarnos grandes lecciones de vida, mas será
hasta que reconozcamos que somos los únicos responsables de nuestra
vida, que comenzaremos a vivir en verdad.

Vemos lo que queremos ver.

La realidad que debemos asumir es que cada uno ve lo que quiere ver.
Si el vaso de agua está por la mitad, yo puedo decir que está medio
lleno, pero tú, mi querido lector o lectora, puedes decir que está
medio vacío. ¿Quién tiene la razón? Sería inútil entablar una
controversia al respecto, porque ambos estamos en lo cierto, sólo que
lo vemos desde perspectivas diferentes. ¿Cuál de las dos perspectivas
es más saludable? Tal vez esta sí sea una pregunta que valga la pena,
pero de nuevo, lo que importa más es que al ver la vida, veamos la
gran misión que hemos venido a cumplir a este mundo.

Hace algún tiempo escuche la siguiente historia, la comparto para que
saques tus propias conclusiones y que esas conclusiones te ayuden a
seguir por la senda de la excelencia:

Una compañía especializada en la manufactura y comercialización de
zapatos quería expandirse, había escogido como nuevo nicho de mercado
a África, pero como no conocían el lugar enviaron a dos representantes
de ventas (los que consideraban los dos mejores), uno al norte y el
otro al sur de África. Las instrucciones eran sencillas, vivir seis
meses en el lugar, indagar sobre las posibilidades económicas,
entrevistarse con posibles asociados locales, entre otras, y
finalmente presentar un informe sobre la viabilidad de llevar zapatos
a aquel lugar.

La compañía invertiría en todos los gastos de sus delegados con la
esperanza de recibir buenas noticas. Seis meses después, en una junta
programada especialmente para recibir los informes, los altos
directivos de la compañía se reunieron. El delegado que había viajado
al sur de África estaba en el país desde hacía tres días, pero su
compañero no había vuelto del viaje, sin embargo sabían que llegaba
ese mismo día, así iniciaron la reunión hablando de las proyecciones
futuras y se le dio la oportunidad al delegado que estaba presente
para que diera su informe.

Sus palabras fueron escuetas y al punto: "No debemos ir a África, es
simplemente un riesgo que no debemos tomar. Allí todo el mundo anda
descalzo y no veo la forma de venderles zapatos; sencillamente, no les
interesan los zapatos".
Los directivos se vieron unos a otros, considerando seriamente lo que
habían escuchado, porque claro está que no enviarían a la compañía a
una situación desestabilizante. En ese momento irrumpió en la reunión
el hombre que había sido delegado para ir al norte de África. El
presidente de la junta preguntó si estaba listo para rendir su
informe. Con gran entusiasmo, aquel hombre, que aún llevaba sus
maletas de viaje, se dirigió a los asistentes de la junta y dijo:
"¡Debemos llevar nuestra compañía a África! Sin duda alguna haremos
una gran fortuna. Allí nadie lleva zapatos, así que eso nos hace más
fácil la tarea de vender. Es más, propongo que se monte una fábrica en
ese lugar, con eso bajaremos ciertos costos y recibiremos mayores
utilidades... Vine tarde, porque justo ayer, antes de subir al avión,
cerré uno de los tres convenios con los que vamos a comenzar a
trabajar en África".

Por demás está decir que la compañía llevó sus zapatos a África. La
visión de un hombre, más concretamente, la forma de ver las cosas que
tenía un solo hombre, hizo una gran diferencia entre el éxito y el
fracaso. Así sucede en todas las áreas de nuestra vida.

Ahora, al salir y enfrentar lo que el mundo trae, la pregunta que
debemos respondernos a nosotros mismos es: ¿Qué es lo que veo para mi
futuro?

Graciela E. Prepelitchi

Puedes conseguir todo lo que desees en la vida sólo conque ayudes a
otras personas a conseguir lo que desean

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