miércoles, 21 de mayo de 2008

SIN MENTIR

Una señora regresaba de Suiza a bordo de un avión y a su lado iba
sentado un cura. De pronto, volviéndose hacia el cura, la señora le
dijo:
Padre, ¿puedo pedirle un favor?

Sí, hija mía, ¿qué quieres?

Mire, compré un depilador eléctrico súper sofisticado y muy caro y
tengo miedo de que supere mi límite en la aduana. ¿Podría usted
esconderlo debajo de su sotana?

Sí, mi querida, puedo, solamente debo advertirte que yo no sé mentir

Y pensando ¡Ay, ojalá que nadie le pregunte nada al cura!, la señora le dijo:
Está bien, Padre, gracias por su ayuda.

Y le dio el depilador.

Ya en el aeropuerto de destino, el inspector de la aduana le preguntó
al cura ¿Algo a declarar, Padre?

El cura respondió:
De la cabeza a la cintura, nada a declarar, hijo mío

Medio extrañado, el inspector le preguntó:
Y de la cintura para abajo, ¿qué tiene?

Allí abajo tengo un instrumento para mujeres que nunca fue usado

Y el inspector, soltando una carcajada, dijo:
¡El que sigue, por favor!

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